Ir al contenido principal

El Palantir de Ignacio Escolar

El Palantir, también conocido como Piedra de Vidente, es uno de los artilugios mágicos creados por J.R.R.Tolkien para su Señor de los Anillos. Se trata de una serie de rocas esculpidas en forma esférica y de un color negro reflectante que sirven como un elemento de comunicación remoto entre sus poseedores, pero también un instrumento capaz de ver en la distancia imágenes lejanas. De las muchas que fueron creadas, solo siete llegaron hasta la Tierra Media, y varias fueron destruídas en los años que preceden a la Tercera Edad. En los tiempos en que transcurre la historia de El Señor de los Anillos solo conocemos el paradero de 3 de ellas.


La primera está en posesión de Saruman, el líder de la orden de los magos a la que también pertenece Gandalf el Gris. El mago blanco, en su uso de la misma, acaba entrando en comunicación con el otro propietario conocido de un Palantir: el Señor Oscuro Sauron. A través de esta comunicación se forja la traición de Saruman que ocupa buena parte de los dos primeros libros de la trilogía. A diferencia de en las películas de Peter Jackson, donde se da menos importancia a estos asuntos, el capítulo dedicado al Palantir de Orthanc se toma su tiempo en explicar la forma en que provocó la traición. Se trata de persuasión y engaño, de amenaza y coacción. Saruman nunca estuvo en los libros satisfecho con su papel como peón del Señor Oscuro.


Algo distinto ocurre con el tercer Palantir, que aparece en El Retorno del Rey. Este se encuentra en posesión del Senescal de Gondor, Denethor, pero también controlado en la distancia por Sauron. Este muestra a Denethor todo el horror que él teme y que va a desatarse contra el reino de Gondor hasta hacerle enloquecer, desconfiar de sus aliados y, finalmente, tratar de quemar vivo a su hijo Faramir e inmolarse él mismo en la hoguera. El Palantir, así, se convierte en una herramienta más de dominación en manos de Sauron. En un vehículo para sembrar la desesperanza y el horror.


En nuestros tiempos el proceso sigue siendo similar. La más efectiva propaganda es aquella que exagera las fuerzas del adversario, que nos mengua el optimismo y aplasta las expectativas de victoria. Lo hemos visto en los triunfalistas discursos bélicos de Rusia en su invasión a Ucrania, pero también en el avance de la extrema derecha en el mundo occidental. La omnipresencia de sus agentes y su empeño en tomar por la fuerza el discurso público y las calles representan una estrategia política en absoluto novedosa y que Tolkien, cuyo primer borrador de El Señor de los Anillos fue redactado en el periodo de entreguerras, conocía sobradamente.


De este modo, cuando el digital progresista más leído (eldiario.es) decide dedicar la mayor parte de su ingente producción de titulares y comunicación en redes al discurso de la extrema derecha, está actuando como el Palantir de Minas Tirith y su audiencia, los habitantes de la Gondor digital, nos exponemos a sufrir ese mismo destino. En las últimas 24 horas encuentro en los titulares de @eldiarioes en Twitter a Ayuso, Feijoo (varias veces), Mañueco (varias veces), Jiménez Losantos o Adanero, pero no a Yolanda Díaz, a Pedro Sánchez o a Alberto Garzón. Lo más parecido a un político de izquierdas son el expresidente de la Xunta Pérez Touriño y el presidente de ERC Oriol Junqueras.


Puede parecer cosa de un momento puntual, pero no lo es. De las última 15 columnas que ha escrito Escolar en las últimas semanas, dos titulares mencionan a Ayuso (El desprecio de Ayuso por la sanidad pública no va a parar, del 13 de noviembre, y Las mentiras de Ayuso y el PP sobre la sanidad en Madrid, del día 15 del mismo mes) mientras que la única mención a un miembro del gobierno de coalición es en clave negativa (La ruptura entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, del 12 de noviembre). Escolar no escatima en dar respuesta al discurso de la derecha (Las verdades y mentiras sobre la reforma del delito de malversación el 10 de diciembre, Cuál es el plan de la derecha para mantener el secuestro del Constitucional, del día 15, Las mentiras del PP sobre los buenos datos de empleo de 2022, del 5 de enero y Las trampas de la derecha con el aborto, publicada el día 17 de enero). Incluso cuando habla de las políticas del Gobierno lo hace desde el prisma de la oposición, como en ¿Qué ha fallado con la ley del ‘sí es sí’? del 17 de noviembre.


Un periodismo reactivo y entregado completamente a dar difusión a la política reaccionaria. Y es que como está más que demostrado en los últimos tiempos, es la víscera lo que da clics y lo que vende, y resulta mucho más atractivo comentar negativamente la última barrabasada de Ayuso que las políticas moderadas del gobierno de coalición o propuestas alternativas, a la izquierda de este. Sin embargo, la historia reciente nos demuestra que el miedo, por mucho que dé clics, no es tan nutritivo en votos. La sensación de una victoria inevitable por parte de la derecha tiene más capacidad para desmovilizar al electorado que la esperanza del cambio. Un ejemplo reciente, sendas elecciones generales de España de 2019, donde el aumento del voto en abril permitió ganar un puñado de escaños a la suma de los distintos actores progresistas mientras que en noviembre fue Vox el principal beneficiado por la repetición electoral. Sus adeptos votaron con mayor ilusión mientras que los de la izquierda perdieron peso.


No obstante, es evidente que una parte de la política institucional también confía en el miedo a la extrema derecha para movilizar a su electorado. En ese sentido, la figura mesiánica alrededor de la Presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido muy útil a políticos tanto del PSOE como de Unidas Podemos para hablar más del enemigo que del programa propio. Desde la nefasta gestión de la pandemia en 2020, no pocos líderes regionales confían que sus votantes pongan sus barbas a remojar ante el apocalíptico panorama que se les presenta entre la community manager de Pecas y el partido verde bilis, tapando así las propias carencias de sus políticas sociales.


Esta tendencia a agrandar el discurso del enemigo lo encontramos también entre los líderes de la opinión tuitera de izquierdas donde en la última semana ha sido mucho más celebrado en Twitter el discurso del envenenador mediático Jiménez Losantos contra VOX que ninguna de las aportaciones que se hacen desde plataformas progresistas. Sin embargo, esta búsqueda del clic y del capital social inmediato que da la viralidad puede servir para hacer cundir el derrotismo y el desencanto, dos drogas a las que la izquierda española es especialmente vulnerable. Ya fuera la reforma moderada del franquismo tras la Transición o tras la humillante victoria del PP en las elecciones autonómicas del año del 15-M, el votante progresista español tiene tendencia a quedarse en casa si no se las promete demasiado felices.


No hay más que analizar la retórica que han utilizado los partidos de izquierda en sus campañas más exitosas, como la ilusionante apuesta municipalista de 2015, el triunfal regreso de Pedro Sánchez tras sus segundas primarias en 2017 o, si nos vamos más atrás, el impresionante rodillo electoral que el PSOE del año 82 pudo capitalizar durante varias legislaturas. La alternativa, este relato asustaviejas que tiene más que ver con un anuncio de Securitas Direct que con una comunicación política ganadora, puede llevarnos a seguir los pasos de Denethor: inmolarnos a nosotros mismos y sacrificar a nuestros hijos al fuego.