Ir al contenido principal

Veneno, o por qué los estudios se empeñan en tropezar 5 veces con la misma piedra



A finales de los años 80 nace uno de los últimos villanos clásicos (si me preguntas a mí, el último) del elenco de Spiderman. Veneno, o, como muchos le conocimos por culpa de las adaptaciones de los tebeos, Venom, es uno de los más carismáticos, conocidos y reconocibles enemigos del trepamuros, y su popularidad, fruto de su tiempo pero también de un paralelismo obvio con su archienemigo que era inédita en las colecciones arácnidas, le ha permitido estar durante 30 años en el reñido podio de némesis de Peter Parker. La popularidad, no obstante, les ha salido cara a Eddie Brock y su simbionte, presos de unas necesidades editoriales y empresariales que tenían muy poco respeto por el material con el que estaban tratando (y con los autores que lo producían).

El caso de Veneno es un estupendo ejemplo de lo que aconteció en la industria del cómic, y específicamente en el entorno Marvel, en los primeros años 90. Creado en 1988, la controversia ha rodeado la autoría del personaje, reclamada por David Michelinie y Todd McFarlane (respectivamente, guionista y dibujante de la primera aparición de cuerpo completo del personaje, en Amazing Spiderman 299). Sin embargo, mientras que Michelinie ha sostenido varias veces que la creación del personaje es toda suya, McFarlane ha insistido que su aportación estética al personaje ha sido la clave de su éxito. El fan marvelita Randy Schueller y el guionista John Byrne han reclamado también su papel en la concepción del personaje, y estéticamente es heredero directo de Mike Zeck, primero en dibujar a Spiderman con el popular traje negro. El conflicto entre Michelinie y McFarlane estalla a mediados de los 90, momento en el que el dibujante ha comenzado a trabajar como editor de su propio trabajo en Image Comics, una aventura empresarial que hizo bandera de la defensa de la propiedad intelectual de los autores sobre las obras creadas incluso dentro de la obra de terceros.

Esta lucha por los derechos y la autoría de los personajes no es nueva, se remonta a los primeros grandes abusos de la industria contra Siegel y Shuster (creadores de Superman), Jack Kirby y muchos otros. Pero el caso es que el personaje, elegido como villano para el número 300 de la cabecera principal del arácnido, Amazing Spiderman, consiguió un éxito considerable. Una vez terminado su arco, pasó un año antes de que volviera a aparecer en las páginas de los tebeos. En la portada de Amazing Spiderman 315 se anunciaba el esperado retorno de Veneno, nuevamente dibujado por McFarlane, y más adelante aparecería en AMS 300 y 301, preparando un nuevo enfrentamiento con el tremapuros en Amazing Spiderman 302, publicado en mayo de 1990.

Estas frecuentes e inusuales apariciones (ningún otro villano cuenta con 3 encuentros con el arácnido en esos dos años) acaban de definir el carácter y el aspecto de Veneno, al que en AMS 302 ya dibuja Erik Larsen, sucesor a los lápices de la colección de McFarlane, con grandes aciertos en su versión que incluirían la mítica lengua puntiaguda y una dentadura mucho más afilada y deshumanizada. La popularidad de Veneno coincidió con un cambio profundo en el mundo del tebeo de superhéroes en el que se buscaba contentar a un público cada vez más entrado en años y escaso con historias que pudieran cubrir la fantasía de madurez que necesitaban satisfacer. Los tebeos empezaron a apuntar a clientes de veintitantos o treintaymuchos, mientras dejaba a los niños en manos de juguetes, cromos y series de televisión.


En 1989 Ron Perelman se hacía con el control empresarial de Marvel, en un intento a medio plazo de cambiar las dinámicas del cómic y hacerlas más rentables a través de productos relacionados. El cambio más significativo fue un intento de crear una red de distribución propia para Marvel, encarnada en Heroes World Distribution, empresa también propiedad de Perelman. Este cambio coincidía con el auge de la Tienda Especializada, el espacio que a la larga acabaría con la difusión masiva del cómic y lo relegaría a espacios específicos de difícil acceso y baja popularidad. La debacle económica de Heroes World y el daño que esta intentona causaría en el mercado daría a Diamond el monopolio de la distribución, consolidando por completo el llamado “mercado directo” en la distribución de tebeos.


Las consecuencias de todo esto son históricas. Probablemente la más relevante es que finalmente consolidó el mundo del tebeo como un espacio cerrado y diferente al del resto del mercado editorial, contribuyendo a la marginalización definitiva del cómic de superhéroes como un espacio subcultural pequeño, cerrado y más marginado que nunca. También contribuyó poderosamente a posicionar el tebeo como un producto de coleccionismo, lo que desencadenó a partir de 1994 una crisis de ventas catastrófica que estuvo a punto de acabar con Marvel. Este fracaso es, sin lugar a dudas, el origen de la venta continuada de derechos cinematográficos de los personajes de Marvel que ha hecho tan difícil la integración en el MCU de los personajes más populares de la Casa de las Ideas.


De esos barros vienen los lodos que nos ocupan ahora. Sony Pictures, luego del acuerdo que ha dejado en manos de Marvel a Spiderman (al menos durante un tiempo) quiere rentabilizar de alguna manera los derechos que tiene sobre el Universo Spiderman que sigue teniendo en propiedad. No es la primera vez que intenta explotar las posibilidades de un spin-off cinematográfico del trepamuros, y siempre ha estado centrado en los villanos. Es cierto que Spiderman no cuenta con demasiados aliados de enjundia que sigan en manos de Sony, pero probablemente sería más interesante hacer una película de Merodeador (Prowler, en inglés) o los Slingers que una de Veneno.


Podría parecer injusto decir que Veneno no tiene potencial para el spin-off. Al fin y al cabo, durante casi 5 años (entre 1993 y 1998) el personaje protagonizó ininterrumpidamente sus propias aventuras en diversas miniseries, además de seguir teniendo encontronazos en las cabeceras arácnidas y otras miniseries (como la legendaria y terriblemente noventera Matanza Máxima). Después ha habido otros muchos intentos de recuperar la popularidad del personaje, desde la serie de Daniel Way (2003-2004), la miniserie de Peter Milligan (2004-2005) o la más reciente, con Flash Thompson bajo el simbionte. Sin embargo, y dejando a un lado la debatible calidad de estas experiencias en solitario del personaje, lo más importante es lo que se refiere al personaje en sí. Quiero decir, ¿quién es Veneno? Y aún diría más, ¿puede ser Veneno sin Spiderman?


Nos remontamos de nuevo a 1988, a la aparición del villano en Amazing Spiderman 300. Los orígenes del personaje son bastante menos modernos y estilizados de lo que lo solemos recordar muchos aficionados. Eddie Brock no es un personaje recurrente que se convierte en un villano, sino un personaje creado a propósito para encarnar al villano. Su trasfondo tampoco es muy estimulante: un periodista cuya exclusiva es demostrada falsa por Spiderman y se convierte en un paria, entregado al culturismo, hasta que encuentra accidentalmente el simbionte y, unido a él, se convierte en Veneno. La motivación no puede ser más maníquea, y el propósito narrativo del personaje no es nada excepcional: si La última cacería de Kraven nos presentaba a un villano intentando ocupar el puesto de Spiderman, el Amazing Spiderman 300 nos propone a un villano con una versión mejorada de los poderes del trepamuros. Un enfrentamiento entre némesis similares, no demasiado distinto del de otras rivalidades célebres del mundo del cómic, pero que Spidey no tenía hasta el momento en su lista.


En un intento de dignificar al personaje de cara a posteriores apariciones, a partir de su segundo encuentro con Spiderman Venom va a quedar cubierto de una retorcida y falsa sensación de ética y benevolencia que sólo refleja su personalidad retorcida: Veneno no es un villano que goce de hacer el mal sino que está convencido de que todo lo que hace es un mal necesario e imprescindible para acabar con Spiderman. Pero todavía queda muy lejos el “protector letal” que a partir del 93 se popularizaría en sus propias historias. Lo que sí tiene Veneno es una idea de crear unas ciertas “reglas del juego”. Él no quiere dañar a Spiderman a través de sus seres queridos, sino que quiere probarse y demostrarse superior a él matándolo limpiamente. Una excusa adecuada para justificar por qué Spiderman entra en su juego, y al mismo tiempo, por qué no paga su frustración con Tía May, MJ o cualquier otro conocido de Spidey si conoce la identidad secreta de su enemigo.


Esta versión de Eddie Brock es inútil para un spin-off. Se trata de un personaje vacío, sin cáscara, sin apenas trasfondo ni ningún personaje de apoyo que pertenezca a su entorno. Lo que sabemos de Brock es que le gusta levantar pesas (prácticamente lo hace en cada número de AMS en el que aparece), que odia a Spiderman y punto. Un personaje para el que es casi imposible trazar tramas complejas o preparar una evolución de personaje, puesto que realmente no hay ningún asidero al que agarrarse con él. El único punto de Veneno que le hace ligeramente distinto en una obsesión con justificar el daño que causa, con disculpar su propia violencia o justificar su causa cometiendo pequeños actos de piedad.


A este clavo ardiendo se agarra Marvel posteriormente para justificar que Eddie Brock pueda seguir suelto y viviendo aventuras en solitario sin ser un carnicero. La aparición de Masacre en 1992 es la puerta abierta que Michelinie a poder jugar con el personaje un poco más. Un mes después de la aparición de Matanza en Amazing Spiderman 361, Todd McFarlane sacaría al mercado Spawn, un personaje con rasgos obviamente reciclados del diseño de Veneno y una actitud de antihéroe muy similar a la de Eddie Brock y otros personajes populares de los 90. En Enero del 93 se publicaría Amazing Spiderman 371, última aventura del Veneno primigenio. En ella, Veneno intenta alejar a Peter Parker de sus padres, en un intento de “protegerlos” de la influencia tóxica de Spiderman. Y en el número siguiente nos encontraríamos con la ex-pareja de Brock, Anne Weying, y finalmente, el acuerdo de convivencia mutua de Spiderman con Veneno. U
n mes después vería la luz Protector Letal, la serie protagonizada por el villano. Aquel podría haber sido el final de Veneno como villano y el comienzo de una carrera como superhéroe, pero las cosas no salieron así y la popularidad de Veneno descendió, devolviéndole a la segunda fila como villano de Spiderman en el año 2000.

En estas se encuentra Marvel en 2003: su villano estrella para el arácnido ha quedado demasiado dulcificado en sus numerosas series independientes y spin-offs para ser el terror indestructible que había sido en su primera etapa (el trepamuros no logra vencer a Veneno sin ayuda en ningún encuentro), pero el público no respondía del todo adecuadamente a su conversión en héroe. Paul Jenkins en The Spectacular Spider-Man y después Daniel Way en Veneno devolverían al simbionte al plano de terror espacial al que pertenecía, ligándolo además a una historia trágica alrededor de Eddie Brock que pretendía darle una nueva textura: el simbionte es ahora una carga terrible, un monstruo espantoso, un tumor maligno con personalidad propia e instinto asesino que mantiene con vida, a un alto precio moral, a su portador. El intento no estaba mal, aunque encajó durante tan poco tiempo que apenas un año después Mark Millar ya lo había deshecho y cambiado el statu-quo del traje alienígena.


Ahora bien, lo que han tenido en común todas las entregas hasta el Spectacular de Jenkins es que Veneno no existe independiente, siquiera al margen de Spiderman. Es su motivación principal, su gran incentivo y, sobre todo, lo que hace que no sea un héroe. Porque un Protector Letal, empeñado en hacer lo correcto y salvar a los inocentes, solo se convierte en villano por su enorme odio a Peter Parker. Así ha ocurrido en todas las versiones, desde la clásica a la Ultimate (en la que el origen del simbionte no es alienígena, sino un accidente científico), desde Spiderman The Animated Series a Spiderman 3. Si quitas a Parker de la ecuación, ¿qué te queda? En Sony han optado por un recurso que parece seguro: la venganza.


La malvada corporación, fruto de los poderes del protagonista, a la que el antihéroe se tiene que enfrentar es un clásico en las adaptaciones al género. Recientemente se ha explotado en Deadpool (2016), aunque esta hereda el concepto de Lobezno: Orígenes (2009), que a su vez recicla X-Men 2 (2004), pero se puede rastrear desde Catwoman (2004) a Spawn (1997). De nuevo, McFarlane aparece en escena para proporcionar nuevas ideas para sobrexplotar su criatura. Abusar de esta fórmula es un rasgo más de la decadencia y la falta de ideas con la que Sony enfrenta esta adaptación, hecha con el único interés de subirse al lucrativo carro del cine de superhéroes una desesperada vez más.


Quitando a Veneno su motivación de venganza contra Spiderman y llevándola a una rutinaria historia anti-corporativa, los guionistas han quitado el elemento central del villano reconvertido en anti-héroe y caen en el más burdo cliché en la que un justiciero es mucho mejor si mata a sus víctimas y dice algunas palabras malsonantes. Para esto no hacía falta adaptar a uno de los grandes villanos del superhéroe más popular de Marvel, era tan sencillo como comprar los derechos cinematográficos de Prototype, donde Alex Mercer se enfrenta a la corporación de biogenética que le ha otorgado varios superpoderes, incluyendo poder cambiar su aspecto, superfuerza, agilidad sobrehumana, la capacidad de trepar por paredes, de planear entre rascacielos y de extender una sustancia oscura de su cuerpo para crear garras, escudos y otras formas. En esencia, Alex Mercer tiene todos los poderes de Veneno (cambiando las telarañas por su capacidad para planear) y unas motivaciones 100% libres de Spiderman.


Por supuesto, vende mucho más sacar una película de Veneno que una de un videojuego de 2009 de éxito relativo y que ha tenido una breve incursión en el cómic de la mano de DC. Veneno es una apuesta nostálgica segura que tanto Marvel como cualquier compañía que haya trabajado con ellos conoce muy bien. Las consecuencias de este vaciamiento del villano y su previsible batacazo ante la crítica con su película en solitario serán, previsiblemente, su desaparición de los planes de Marvel Studios, como tuvo que pasar con el Duende Verde y cualquier sombra de los Osborn en Spiderman: Homecoming. El público no puede ser sobreexpuesto a un fracaso tras otro con el mismo personaje sin desanimarse y perder la fe (que se lo pregunten a Los 4 Fantásticos), y así nos veremos privados de encarnaciones más interesantes del villano en los próximos años.


En realidad, no es grave. Quizá es de agradecer, incluso. Spiderman cuenta con un gran repertorio de enemigos perfectamente explotables en una adaptación cinematográfica. Ya Homecoming apuntaba con fuerza hacia el Escorpión, después de mostrarnos al Conmocionador y al Buitre, dos villanos que están lejos de tocar ese podio de enemigos de Spiderman que comentábamos antes. El Lagarto de Amazing Spiderman, con todos los defectos que la película arrastraba, también es una apuesta inusual por un villano que no está en las principales ligas. Ver a Mysterio, Kraven el Cazador o el Camaleón en la gran pantalla cada vez parece menos improbable, y son personajes que en los tebeos han tenido tramas más interesantes que Veneno, a pesar de que la nostalgia y el espectacular aspecto del simbionte nos pueda decir lo contrario.


No tengo ningún interés en ver qué puede ofrecer Sony con su Venom, una película que desde el trailer hiede a 2006, a un estilo que ha caducado ya en el género aunque algunos no se decidan a darse por enterados. Que huele a trabajo alimenticio para todas las partes, que no contiene ni una pizca de la pasión que otros están poniendo en producciones de superhéroes (y no solo de Marvel Studios). Una película que parece que viene a hacer buena Suicide Squad, el último y desastroso intento de hacer una película protagonizada por villanos sacados por completo de su contexto. Y cuando dentro de un año o dos salga un nuevo desastre de esta magnitud, y Venom pueda verse en alguna plataforma de streaming, ya la veré para poder vaticinar que el nuevo despropósito tiene pinta de ser tan malo como este.